Consecuencias
de castigar y premiar en exceso a los niños
Los
castigos y premios deben administrarse a los niños con cuidado; no pecar de
exceso, pero tampoco de defecto. Tan malo es regañar y castigar constantemente
a los hijos, como darle regalos constantemente ante cualquier conducta.
Antiguamente,
de forma mayoritaria, la educación de los niños se basaba en la idea de que la
buena conducta es lo mínimo que se puede esperar y la mala debe ser castigada,
lo que significa que se tenía un concepto punitivo, basado en el castigo,
de la misma.
De
un tiempo a esta parte predomina la tendencia contraria, conocida como
“educar. Ésta consiste en no basarse en el castigo como único condicionante
para educar, sino en el refuerzo positivo, es decir, en premiar la buena
conducta.
Castigar
a los niños en exceso
Muchos
padres caen en un error: no castigar nunca y premiar demasiado al niño. Educar
en positivo no significa que no exista el castigo; este sí debe existir, como
forma de penalizar las conductas negativas en los niños, siempre
explicando por qué está mal lo que ha hecho, y el porqué de su castigo,
tratando de que éste sea una actividad constructiva: levantarse antes si ha
llegado tarde al cole, realizar tareas de la casa si ha faltado a la limpieza
de su habitación, etc. La clave consiste en combinar el castigo de una
mala conducta con el premio por una buena.
Los premios a los niños
Los
premios también son algo que se debe administrar con cuidado. Si se premia cada
conducta positiva del niño corremos dos riesgos: el primero es que crea que el
auténtico beneficio de su conducta no es mejorar la convivencia en casa, los
resultados en el colegio, etc., y lo que de ello se deriva, sino el regalo
en sí.
Si
un niño recibe un premio cada vez que actúa adecuadamente, terminará
por no ver beneficio más allá de éste y por pensar que no merece la pena
esforzarse en aquello que no va a ser premiado, cuando lo que queremos es
reforzar una conducta que se haga extensiva a los demás ámbitos, en lugar de
limitarla.
El
segundo peligro es que los premios siempre sean materiales; hay muchas formas
de premiar: con un libro, una comida especial, dejarle ver alguna película que
quiera en televisión... Si todos los premios que recibe son materiales,
corremos el riesgo de que el niño desarrolle un temprano materialismo y
comience a infravalorar otro tipo de satisfacciones.
Tomado de: http://www.conmishijos.com
Por: Tania Encalada
22 / 05 / 2014
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