Las “niñas sumangali” de India, las manos que cosen la
moda barata americana.
La
reportera Dana Liebelson viajó a la India en busca de información acerca de
quién fabricaba su ropa. Encontró la historia de las "niñas
sumangali".
“Sumangali”
es una palabra hindú que significa “mujer casada”. Refiere a una forma de
trabajo infantil que, aunque prohibido, es practicado en India, particularmente
en la industria textil de Tamil Nadu. En este sistema se contrata a una niña
por tres o cinco años, durante los cuales ella gana un salario y después se le
paga una suma total para pagar por un dote. En la India una mujer es auspiciosa porque
está casada. De no estar casada en sus veintes, es rechazada por su comunidad y
su familia. Para poder casarse, una mujer debe tener al menos tres soberanos de
oro británicos, el equivalente de alrededor de $1,200 dólares americanos. Las
familias promedio de Tamil Nadu ganan poco más de $400 dólares al año.
Este
sistema de explotación comienza con un reclutador visitando la casa de
potenciales trabajadoras, que casi siempre son mujeres muy jóvenes y pobres.
Ahí convencen a los padres y les ofrecen beneficios falsos como más dinero,
aire acondicionado, tiempo para estudiar, la posibilidad de casarse cuando
terminen el contrato. Todas las fábricas de este estado trabajan para compañías
como Walmart, H&M, Gap, Abercrombie, Mothercare y otras compañías de moda
barata, y el 80% emplea a niñas sumangali. Así, la próxima vez que veamos
“hecho en India” en la etiqueta de nuestros pantalones, lo más seguro es que
esté hecha por las manos de niñas sumangali bajo condiciones deplorables por
decir lo menos.
La reportera
Dana Liebelson viajó a Tamil Nadu este año y regresó con una historia
devastadora sobre lo que sucede con las “niñas sumangali”. Allá tuvo la
oportunidad de entrevistar a varias de ellas después de haber trabajado años en
alguna de las fábricas de textiles del estado. La mayoría habían trabajado de
12 a 20 horas al día los siete días de la semana; vivido en “hoteles” que
alojan a 12 niñas y sus hijos por cuarto; habían sido abusadas verbal o
sexualmente por sus supervisores; se les había pagado menos de la mitad de lo
que prometieron los empleadores en el contrato.
“No
encontrarás un manufacturero de ropa occidental que apruebe abiertamente del
trabajo sumangali”, apunta Liebelson, “pero tomar medidas al respecto es
otra cosa. Ello es porque las cadenas de abastecimiento son vastas, confusas y
complejas. La camiseta hindú promedio comienza en un campo de algodón en
estados del oeste como Gujarat y Maharashtra, donde pelotas acolchadas del
tamaño de una ciruela son cosechadas por trabajadores que generalmente
provienen de castas bajas. De ahí, las bolas son enviadas en camiones a
fábricas y vendidas a fábricas de hilado, donde máquinas (como la que cortó la
mano de Arunda [una de las niñas sumangali que entrevistó]) procesan las bolas
crudas en hilo. Después trabajadores tejen el hilo en tiras, las pintan y las
mandan a fábricas que hacen el proceso final”.
Dana
Liebelson intentó llegar a una de estas fábricas pero fue violentada por
algunos hombres que le pidieron que borrara las fotografías que tomó del lugar,
y la fueron a buscar al hotel donde se había quedado para amenazarla con
llevarla a la cárcel por tratar de meterse donde nadie la había llamado. “traté
de ver sé dónde provenía mi camiseta, y la fábrica mandó mafiosos a buscarme”.
Su artículo es una llamada de atención para las compañías de ropa que
manufacturan en India, donde casi seguramente (aunque no lo sepan, o no quieran
saberlo) están explotando a niñas con la promesa de que pueden casarse algún
día, y una llamada de atención a todos nosotros que compramos ropa bonita y
barata sin saber las historias que llevan detrás y sin saber que estamos
contribuyendo a un sistema podrido de abuso y de mentiras.
TOMADO DE: http://www.ecoosfera.com/
Por: Tania Encalada.
06 / 12 / 2013
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